martes, 29 de marzo de 2011

MIJO (no solo es para los canarios)

Pocos saben que el mijo fue uno de los primeros cereales del hombre. En China e India ha sido el alimento básico durante más de 3.000 años. Hoy en día es el principal cereal para más de 400 millones de personas. Pueblos guerreros (etruscos, romanos, galos, griegos, persas, asirios, tártaros y visigodos) se alimentaban con mijo para mantenerse en forma física y mental. Los hunzas del Himalaya (famosos por su longevidad) lo tienen como cereal básico. Es gustoso, dulce, liviano y alcalinizante. Además es más nutriente, energético y rico en sales minerales que los cereales más difundidos. Increíblemente, en nuestro país se lo consume muy poco y la gran mayoría lo considera despectivamente como alimento para pájaros. 

En zonas secas, el mijo (Panicum miliaceum) significa una barrera contra el hambre. Crece en tierras pobres con pocas lluvias y si éstas no se producen, las plantas hibernan para esperar las siguientes lluvias. Además el mijo cosechado puede almacenarse sin dificultad por algunos años. 

Desde el punto de vista nutricional, tiene un alto contenido proteico. Sus proteínas son de elevado valor biológico, más completas que las de trigo, arroz y maíz, y en mayor cantidad. Es, junto a la avena, el cereal más energético que se conozca. Tiene alto contenido en hierro, calcio, fósforo, potasio, sodio, magnesio, cinc, manganeso y vitaminas (A, B y PP). La presencia del magnesio lo convierte en un gran fijador de calcio. Uno de sus componentes (ácido silícico) explica su acción estimulante sobre el esmalte dental (como lo demuestran las dentaduras de los africanos, grandes consumidores de mijo) y también sobre el cabello, las uñas, la piel y el tono intestinal (el silicio estimula la contracción y evita la distensión del colon). En cosmética se producen extractos salinos de mijo destinados a dar lucidez y vigor al cabello. 

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